"Cuando
se está en la bicicleta, aparecen ideas, hay encuentro con la finitud de la
ruta y existe un tiempo y un espacio abierto para la experiencia, se aprende de
la vía, se conocen las rutas, se respetan las señales de tránsito, se cuida al
peatón y así mismo; se respira, se siente el cuerpo y hay sensibilidad en todos
los sentidos, se siente el aire y el agua en la piel, puede tocarse la vía con
la sinergia entre la bicicleta y el cuerpo, se habla con la ciudad y ella
responde, se puede escuchar como vibra y como respira, igualmente, es posible
mirarla, desde la desnudez de sus calles, hasta lo confuso del tráfico, se
siente su sabor a polución y a viento helado, huele a ciudad grande,
contaminada y llena de carros, permite que se le goce con placer a través de
los parajes verdes y silenciosos, hiere con su ruido y lapida con la
indiferencia"
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